Cuando trabajamos el equilibrio,
alineamos la gravedad del centro de nuestro cuerpo, con el campo
gravitacional de la tierra. Esto aporta equilibrio a nuestro cuerpo
físico, a nuestros impulsos nerviosos, a los pensamientos, y las
emociones. Logramos el balance absoluto.
Al trabajar las posturas de equilibrio, toda nuestra atención debe
-inevitablemente- anclarse en el momento presente. Esto nos permite
despejar la mente del flujo de múltiples pensamientos, y por lo tanto
adquirir concentración y calma mental, propiciando la tranquilidad y la
capacidad de meditación
La postura del Árbol (foto) es una de las asanas de equilibrio más
practicadas. Nos conecta con nuestro propio centro y desde allí con la
tierra (desde el pie de apoyo) y el cielo (desde los brazos como ramas).